CONSIDERACIONES ACERCA DE LA IGLESIA (2)

26.05.2011 02:51

 

(5) El modelo neotestamentario.-

 

El Nuevo Testamento nos muestra un modelo de la forma enchida de Espíritu que va tomando la Iglesia cuando es guiada del Espíritu[i]; nos muestra Su Vida, Su doctrina, Su práctica, Su administración[ii]. A partir de allí se extiende por el mundo entero[iii]; y cuando es combatida por el diablo y sus huestes, cuando es resistida y embarcada en sutiles trampas y desvíos a lo largo de su historia, de parte del enemigo de las almas[iv], entonces el Espíritu Santo, que la guía sin bloquear su libertad, la lleva de nuevo a su cauce legítimo, siempre tornándola a la fidelidad a Cristo, enseñada y canonizada en el Nuevo Testamento[v]. La Iglesia, pues, en su camino y durante sus batallas, rettorna por la Vida de Cristo a su modelo original[vi]. Satanás la combate con las persecución desde afuera[vii], con el error y la confusión por dentro[viii]; intenta corromper su dependencia de la Vida de Cristo, su doctrina, su práctica, su administración; y con aquellos que siguen al maligno, engañados o deliberados, en mucho o en poco[ix], levanta entonces el diablo a la gran Babilonia, la gran ramera madre de fornicarias, un sistema religioso falso que pretende ser el verdadero[x]. Con todo, y a través de los siglos, y en medio de la cizaña, el trigo sigue creciendo[xi], en el mismo Espíritu del principio, el mismo Evangelio, acudiendo siempre a la misma doctrina, retornando a su administración legítima[xii], saliendo de Babilonia[xiii], y aferrándose a Cristo, su único y legítimo esposo[xiv]; siempre perseguida[xv], siempre difamada[xvi], siempre malentendida, porque la mentte natural no puede comprender las cosas que son del Espíritu de Dios[xvii], pues, al contrario del mundo, la pasión de la Iglesia es el reino de Cristo[xviii]; a él está destinada[xix]; y después de haber dado testimonio hasta la muerte[xx], descansa conciente en Su presencia[xxi] hasta[xxii] el día del segundo advenimiento de Cristo[xxiii]. Entonces, todos aquellos que no querían queÉl reinase, vendrán a juicio[xxiv]. Volvemos entonces al Nuevo Testamento: allí vemos el cuerpo de Cristo manifestado en el tiempo y en el espacio, en el mundo; la Iglesia universal se presenta entonces como "las iglesias de los santos"[xxv], "las iglesias de los gentiles"[xxvi], "en todas partes por todas las iglesias"[xxvii].

 

(6) La iglesia de la población o localidad.-

 

En cada localidad o población Cristo espera tener una iglesia[xxviii], establecer un candelero[xxix]; y Él mira a ese candelero como una unidad[xxx]; Él habla de "todas las iglesias"[xxxi] y de "las siete iglesias que están en Asia"[xxxii], y se dirige a cada una como a una unidad. Él desea que en ese tiempo específico, y en esa localidad específica, Su cuerpo sea manifiesto en una iglesia local, para te4stimonio al mundo, a ese sector de la humanidad y la historia[xxxiii]. La iglesia de la población o localidad llega entonces a ser el "cuerpo" en ese interín del tiempo y del espacio[xxxiv], un candelero en la ciudad[xxxv], una asamblea a la cual se someten los asuntos[xxxvi] y la cual tiene el Nombre de Cristo y Su Espíritu[xxxvii] para actuar en Él, por Él y para Él. "Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la igleesia, tenle por gentil y publicano" (Mt.18:17). "En el nombre de nuestro Seño5r Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor" (Pablo, 1Cor.5:4,5).

 

No estamos, pues, huérfanos; el Espíritu está con nosotros[xxxviii] y Cristo nos acompaña todos los días hasta el fin del mundo[xxxix]. En cada población o localidad se debe reunir la iglesia del lugar[xl], todos los cristianos renacidos de allí, y tener comunión, manifestando la unidad del Espíritu[xli]. El Espíritu dirige[xlii], el Espíritu vivifica la Palabra de las Escrituras[xliii], el Espíritu levanta a los obispos[xliv], que son  hermanos maduros en el Espíritu para obrar en Cristo[xlv], ancianos que pastorean al rebaño[xlvi]. En cada ciudad, una sola iglesia[xlvii]. Y en cada iglesia, un presbiterio de obispos con diáconos[xlviii]. No hay un solo versículo en las Escrituras donde aparezca en una ciudad más de un iglesia. No existe autorización bíblica para eso. En la Biblia tenemos: "la iglesia que estaba en Jerusalén"[xlix], "la iglesia que estaba en Antioquía"[l], "la iglesia en Cencrea"[li], "la iglesia de Dios que está en Corinto"[lii], "la iglesia de los laodicenses"[liii], "la iglesia de los tesalonicenses"[liv], "la que está en Babilonia"[lv], "la iglesia en Efeso"[lvi], "la iglesia en Esmirna"[lvii], "la iglesia en Pérgamo"[lviii], "la iglesia en Tiatira"[lix], "la iglesia en Sardis"[lx], "la iglesia en Filadelfia"[lxi]. 

 

La jurisdicción de la iglesia local es la ciudad, o población, o localidad, o aldea, o municipio[lxii]. Un candelero por localidad[lxiii]. A cada una el Señor le habla como a una unidad. No importa si algunos en la ciudad tienen la doctrina de los nicolaítas, y otros no[lxiv]; si unos han conocido las profundidades de Satanás, y otros no[lxv]; si unos retienen la doctrina de Balaam, y otros no[lxvi]; si unos fornican con Jezabel, y otros no[lxvii]; si unos han manchado sus vestiduras, y otros no[lxviii]. Cristo habla no a la iglesia de los nicolaítas, o a la de los no nicolaítas, sino a la iglesia de la ciudad, de Pérgamo, de Tiatira, de Sardis[lxix].

 

(7) Los vencedores.-

 

Cristo promete galardones a los vencedores entre ellos en la ciudad[lxx]; y Pablo exhorta (en Timoteo) a estos vencedores a seguir "la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor" (2Tim.2:22). Igualmente exhorta a evitar a los que tienen apariencia de piedad, pero que niegan la eficacia de ella[lxxi]; exhorta a guardarse de los malos obreros[lxxii]; exhorta a señalar a los que no obedecen lo que los apóstoles dicen en sus cartas, y a no juntarse con ellos, mas no tenerlos como enemigos, sino amonestarlos como a hermanos[lxxiii]. Al hombre que cause divisiones en contra de la doctrina apostólica, exhorta Pablo desecharlo después de una y otra amonestación[lxxiv], etc. Juan enseña a no recibir en casa, ni decirle "bienvenido" a quien no confiese que Jesucristo es venido en carne. He allí a la iglesia de la localidad con sus vencedores, juntos y unánimes[lxxv], y actuando con disciplina dentro del redil[lxxvi].

 

(8) El ministerio.-

 

En cada ciudad el Espíritu Santo mismo levanta obispos, que son los mismos hermanos ancianos de la iglesia de la localidad o población, y cuya jurisdicción (la de los ancianos obispos) es la ciudad (Hchs.14:23; 20:17,28; Flp.1:1; Hchs.13:1). Ancianos dícese en el sentido espiritual, y no necesariamente en edad física. Jesucristo mismo constituye a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros[lxxvii], y da dones a los hombres[lxxviii], para que los hermanos entre sí se amen unos a otros[lxxix], se exhorten unos a otros[lxxx], se alienten unos a otros[lxxxi], se enseñen unos a otros[lxxxii], y unos a otros, mutuamente, según la actividad propia de cada miembro[lxxxiii], se ministren unos a otros según el don que cada uno ha recibido[lxxxiv]; y que cada uno considere a los demás como superiores a él mismo[lxxxv], y que el que quiera ser el mayor, sea el servidor de todos, pues el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido[lxxxvi]. "Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque Uno es vuestro Padre, el que está en los Cielos. Ni seais llamados maestros (catequistas: modelos), porque Uno es vuestro maestro: el Cristo". "No querráis que os llamen: Rabí, porque Uno es vuestro Rabí, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" (Mt.23:9,10,8). "Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel (ver aquí Gál.3:29) después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mi por pueblo, y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano diciendo: cfonoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menos hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades" (Heb.8:10-12). "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoráseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad...Pero la Unción que vosotros recibísteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como Unción misma os enseña ttodas las cosas y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en Él" (1Jn.2:20,21,27). "Escrito está en los profetas: y serán todos enseñados por Dios. Así que todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de Él, viene a mi" (Jn.6:45). "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes" (1Pd.5:5). Los ministerios especiales, hombres dados a la Iglesia para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio[lxxxvii], aunque son llamados y constituídos por el mismo Señor[lxxxviii], y ungidos por Él[lxxxix], también deberían ser reconocidos en la conciencia de cada iglesia[xc], confirmados por Dios entre el pueblo[xci]. tal confirmación no es un rito merramente carnal, sino un testimonio del mismo Espíritu en las conciencias. Los apóstoles, cuya jurisdicción es la región de su obra[xcii], son enviados por el Señor mismo[xciii], mas apartados, reconocidos y respaldados espiritualmente por el presbiterio de la iglesia de una localidad bajo el Espíritu[xciv].

 

(9) Apóstoles, obispos y santos.-

 

Los obispos, que son los ancianos de la iglesia en la ciudad[xcv], aunque también puestos por el Espíritu Santo[xcvi], son además reconocidos por los apóstoles[xcvii] u obreros de un equipo apostólico[xcviii], y reconocidps por el pueblo[xcix], confirmados de Dios en la conciencia de la iglesia en la ciudad[c].

 

La Cabeza, pues, que constituye y envía es únicamente Jesucristo resucitado y ascendido, dirigiendo por medio del Espíritu Santo[ci]. El atestiguar la confirmación, el reconocimiento, apartamiento, imposición de manos, bajo el Espíritu, corresponde a la iglesia de la localidad por medio de sus respectivos ministros, en el caso de los apóstoles[cii]; y por intermedio de los apóstoles o colaboradores, en el caso de los ancianos[ciii].

 

Aparte de los Doce Apóstoles del Cordero[civ], solo doce[cv], testigos oculares de los padecimientos, resurrección y ascención de Cristo[cvi], El Cristo resucitado y ascendido, por el Espíritu, da a la Iglesia continuamente apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros[cvii] ungidos por el Espíritu y confirmados entre el pueblo[cviii]; ésto, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, según Efesios 4:13. La jurisdicción de los apóstoles es una región con un centro[cix]; la de los obispos, una ciudad, municipio, localidad, población, aldea[cx]. Los límites de una región apostólica los impone solamente el Espíritu Santo[cxi], quien también escoge los centros de cada región, al cual retornan los apóstoles después e sus giras, e informan[cxii]. Con el tiempo, el Espíritu asigna nuevas regiones extendiendo los límites[cxiii]. Es el gozo de la causa común lo que motiva tales informes.

 

También las iglesias de las localidades tienen sus apóstoles designados, tales como Epafrodito[cxiv] y los mencionados en 2Cor.8:23 (Tito, Lucas, Aristarco). Los apóstoles administran la obra en la región, y los ancianos u obispos la iglesia en la ciudad[cxv]. Los equipos apostólicos se reconocen mutuamente[cxvi], igualmente las iglesias entre sí[cxvii], y se ayudan, trabajando por una sola causa, la del Señor. En la localidad o ciudad, el prersbiterio de ancianos, que son obispos, debería estar formado por lo menos por más de uno[cxviii]. También, como los apóstoles[cxix], así los obispos o ancianos deben trabajar en equipo[cxx]. Unos y otros tiene colaboradores[cxxi] y ayudantes[cxxii], y su trabajo no es para monopolizar ni anular el ministerio del pueblo del Señor desplazándolos de su sacerdocio[cxxiii], sino, por el contrario, perfeccionar débese a los santos para la obra del ministerio[cxxiv], cuyo sacerdocio les da acceso directo a Dios[cxxv]. Cada uno debe administrar su propio don[cxxvi]. Todos partimos el pan[cxxvii] y todos bendecimos la copa[cxxviii]; todos, como pueblo adquirido por Dios, anunciamos las virtudes de Aquel que nos llamó[cxxix]; todos, al migrar, podemos testificar del evangelio del Señor Jesús[cxxx]; y en las reuniones todos podemos profetizar[cxxxi], o tener salmo, o doctrina, o lengua, o interpretación, o revelación[cxxxii]; todos juzgamos las profecías[cxxxiii], y todos nos enseñamos y exhortamos unos a otros[cxxxiv]. Los ministerios especiales son dados a la Iglesia para perfeccionar tal ministerio de los santos, y no para usurpar todos o casi todos los derechos del sacerdocio que es universal entre los creyentes. Interprétase como nicolaismo al despojo de los derechos del sacerdocio cristiano, usurpados por parte de hombres que se erigen a sí mismos escudándose en una maquinaria eclesiástica burocrática y desprovista del Espíritu. Por asuntos de orden, alguno preside en cada caso, según el don del Espíritu[cxxxv], mas el que dirige, hágase como el más joven[cxxxvi].

 

(10) La iglesia de la localidad en las casas.-

 

Las reuniones pueden hacerse en un solo lugar[cxxxvii], o en las casas[cxxxviii], según la necesidad; sin embargo, cada casa no es una iglesia[cxxxix]. La iglesia, si son pocos en una localidad, puede reunirse como iglesia en una casa, tal como reuníase la iglesia en casa de Aquila y Priscila[cxl], en casa de Ninfas[cxli] y en casa de Filemón[cxlii]. Los cuatro casos mencionados como "iglesia" en la casa, en las Escrituras. Mas la iglesia sigue siendo una en la ciudad o localidad. El pan es uno solo[cxliii]; por lo tanto no debe haber mesas rivales, sino un pan y una mesa en uno o en varios lugares. No debe dividirse a los hermanos, pues, peleando, se separan sin arreglar sus problemas, y pretenden salir de una llamada "iglesia en una casa", o de un templo sectario, y formar "otra iglesia", o adherirse a otra supuesta "iglesia" sectaria en la misma ciudad, despedazando la unidad visible del cuerpo de Cristo[cxliv], y comiendo indignamenmte, sin discernir, de la Cena que debiera ser la del Señor[cxlv], y no meramente la de una secta[cxlvi]. Nadie pueede escoger "iglesia" en la ciudad, porque a los ojos de Dios no hay dos, ni más, aunque los hijos de Dios, por inmadurez, se dividan carnalmente[cxlvii]. No hay respaldo bíblico para dos "iglesias" en una misma localidad[cxlviii]. No se puede escoger iglesia que realmente lo sea; se ha de aceptar a la,iglesia única del Señor que está en la ciudad. Se debe recibir a todos los que Cristo recibió[cxlix], pues en Él nos reconcilia en Uno[cl]. Si hay irregularidades en la iglesia de la ciudad, debemos trabajar para corregirlas[cli], sin participar del mal[clii], mas sin dividir las iglesia[cliii], sino más bien siguiendo la verdad, el amor, la fe y la justicia, juntos y unánimes, con todos los de corazón limpio que invocan al Señor[cliv]. Como dice Pablo en 1Cor.11:19: que las disensiones en la iglesia de la ciudad manifiestan a los aprobados; pero éstos permanecen en la luz de la comunión del cuerpo. Tal comunión es la misma del principio, que se manifiesta claramente en el Nuevo Testamento.

 

Debe notarse que la "iglesia en la casa de Aquila y Priscila" era la misma iglesia de Efeso[clv], la cual era una sola, un solo candelero[clvi]; igualmente acontece con la "iglesia en casa de Ninfas", que, según Colosenses y Apocalipsis, era la iglesia de los laodicenses[clvii], un solo candelero, el de Laodicea[clviii]. Watchman Nee To Sheng nos informa que, según Teodoreto, del siglo V, la casa de Filemón era en aquel tiempo un lugar turístico, porque allí había comenzado a reunirse la iglesia de Colosas [Pláticas adicionales sobre la vida de la Iglesia]. Cuando Pablo escribe a los hermanos en Roma, saluda una sola vez como iglesia a la "iglesia en la casa de Aquila y Priscila"[clix]; después simplemente dice: "y a los santos que están con ellos"[clx], y "a los de su casa"[clxi]. El más claro ejemplo de que varias reuniones caseras en una sola ciudad no hacen varias iglesias dentro de la misma ciudad, lo tenemos en Jerusalem. Ellos eran muchísimos, más de diez millares[clxii], y reuníanse en el templo de los judíos y en las casas[clxi  ...continúa