EL ESCRIBA DISCIPULADO

26.05.2011 17:18

EL ESCRIBA DISCIPULADO

 

 

     Hermanos, vamos a continuar en esta noche con la ayuda del Señor, con la serie de los misterios del reino de los cielos en las parábolas del Señor Jesucristo. Estamos aún en el capítulo 13 del evangelio de Mateo, y nos corresponde hoy considerar la última parábola del capítulo 13 de este evangelio. Realmente es la octava parábola. A veces se ha querido agrupar estas parábolas en siete, como para poderlas adaptar un poco más a alguna interpretación, pero tenemos que ser realistas, no son siete sino ocho, y ésta es la octava. Está en el capítulo 13 entre el versículo 51 y 52; no aparece sino en el evangelio de Mateo; no la menciona, pues, Marcos, ni Lucas, ni Juan, ni tampoco se hace mención de ella en el llamado evangelio de Tomás que a veces leemos aquí cuando encontramos alguna correspondencia; en este caso tampoco Tomás recuerda nada; así que sólo Mateo recordó estas palabras del Señor Jesús. Vamos a leerlas,; capítulo 13 versículos 51 y 52: “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”. Esta parábola la dijo el Señor ya para terminar, porque el siguiente verso, el 53, dice: “Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas”, por lo tanto, lo que acabamos de leer es también una parábola, y se incluye aquí; entonces quiere decir que todo este grupo de parábolas El las dijo en aquella ocasión en privado a Sus discípulos, porque fue en la casa de Capernaum; como alguna vez lo habíamos señalado, fueron parábolas especialmente dirigidas a Sus discípulos; por eso aquí también habla de “escriba docto”, como traduce aquí la traducción Reina y Valera; aunque la traducción más exacta no sería docto, sino discipulado, porque la palabra viene del griego matetes, que quiere decir “discípulo”; o del verbo mateteuo, que quiere decir discipular o instruir; y por eso aquí el traductor lo tradujo “docto”; pero quizá la palabra “docto” solamente presenta una parte de todo lo que dice el Señor, porque no es solamente docto, sino que llegó a ser docto por haber sido discipulado. Se puede ser docto en lo exterior, en lo intelectual, sin ser discipulado. Se puede ser erudito, incluso sin ser regenerado; así que la palabra traducida como “discipulado” es quizá más importante, más necesario tenerla en cuenta aquí; por eso le llamaríamos a esto “el escriba discipulado”.

 

     Entonces dice: “Jesús les dijo”, éste “les dijo” ya no se refiere a la multitud afuera, sino en privado a los que El escogió, a los que El pondría para servir a la Iglesia para administrar el evangelio de la gracia y del reino, los misterios de Dios a la Iglesia. Después de que les dijo varias parábolas, antes de decir esta última de la ocasión, les preguntó, no porque El no sepa, sino para que ellos mismos consideren si han puesto atención a lo que se dijo y lo entendieron. Esta pregunta del Señor es importante; el Señor no necesita hacer preguntas para saber. Cuando Dios le dijo a Adán: ¿Dónde estás tú? No era porque Dios no supiera donde estaba Adán, porque Dios es omnisciente, Dios sabe todo; pero cuando Dios hace alguna pregunta no es porque El necesite saber, sino que El quiere que nosotros pensemos, que nosotros reflexionemos, que nosotros meditemos en qué estamos. ¿Dónde estás Adán? No es para que Dios sepa, sino para que Adán se de cuenta en que se metió cuando tomó una decisión de separarse de Dios. ¿Dónde estás Adán? Y aquí el Señor también les hace una pregunta: “¿Habéis entendido todas estas cosas?” como quien dice: ¿ustedes están seguros de que esto que les dije es posesión de ustedes? El no se los pregunta para que le respondan, sino para que ellos se aseguren de que poseen un entendimiento de los misterios que es propio de los discípulos y no del mundo. “¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor”. Naí, como dice en griego, sí. Ellos respondieron que sí. Entonces el Señor pasa al verso 52, que especialmente los hermanos comentaristas entre los reformados, quizá a partir de la interpretación de Calvino, ellos resaltan algo que otros comentaristas no resaltan; lo resalta Calvino, y el hermano Hendriksen, que es considerado por ellos como el príncipe de los comentaristas entre la línea reformada; ellos resaltan que no es suficiente entender; que el Señor pasó del entender a hacerles tener conciencia del compromiso del que entiende; o sea que se pasa del verso 51 al 52. En el 51 está el entendimiento, pero en el 52 está el compromiso; y ese compromiso tiene varias implicaciones, varios aspectos que hay que desglosar.

 

     Dice el verso 52: “El les dijo: Por eso…”, es decir, porque entendieron; si El hubiera iniciado la parábola solamente así: Todo escriba discipulado en el reino es semejante a, pero El no empezó así la parábola, comenzó preguntándoles si habían entendido todas las parábolas, y ellos respondieron diciendo que sí; es como quien dice, si la persona no entendió, pues bueno, no se le puede considerar todavía tan responsable; pero si la persona dice que entendió, toda persona que ha entendido algo en relación con el reino de los cielos, no debe ser solamente un entendido, sino un comprometido en el reino de los cielos. Entonces por eso El les dijo: “Por eso…”, ¿por qué? ¿Cuál es ese eso? Porque han entendido estas cosas que no son contadas a los de afuera, sino a los de adentro, a los cercanos, entonces dice: “Por eso todo escriba discipulado…”. Vamos a detenernos un poco en el uso por parte del Señor de la palabra “escriba”, que en el idioma griego se podría transliterar “gramático”, de donde viene la palabra “gramática”; de ahí viene la palabra “escriba”. Es bien interesante que el Señor, hablando del reino de los cielos, habla también de escribas del reino de los cielos, escribas discipulados en el reino de los cielos. Nosotros, cuando oímos la palabra “escriba”, quizá la asociemos solamente con las connotaciones negativas de aquellas reprensiones fuertes que a veces el Señor hace a los escribas y a los fariseos de entre los judíos; ellos eran personas estudiosas de la ley y estudiosas de las tradiciones y de las interpretaciones de los rabinos antiguos, eran personas dedicadas al estudio, eran personas a quienes se les consultaban las minucias jurídicas y otras cosas históricas, por ejemplo, Herodes una vez tenía que consultar cuando era que había de nacer el Mesías, y llamó a los escribas y a los sacerdotes y ellos interpretaron, no como hoy día están queriendo interpretar algunos judíos de manera corporativa, como para deshacerse de la profecía de Isaías 53, donde dice que el siervo del Señor es el Mesías; algunos quieren decir que se refiere a Israel; pero aquellos escribas de la época contestaron que no se refería a Israel, sino al Mesías; sí el Mesías ha de nacer en Belén, era a ellos a quienes se les consultaba; claro que después de que uno ha leído varias reprensiones del Señor a los escribas: ¡ay de vosotros intérpretes de la ley que cerráis las puertas del reino a las personas!; ¡no entran ustedes ni tampoco dejan entrar a los demás! Son palabras tan serias, que uno tendría la tentación de decir: no quiero saber más nada de escribas. Pero el Señor también tiene Sus escribas, escribas discipulados en el reino de los cielos, y escribas doctos en lo relativo al reino de los cielos. También Dios envía escribas.

 

     Vamos a ver una profecía, también aquí en Mateo; dejamos marcado aquí en el capítulo 13, y vamos a ir por lo pronto al capítulo 23, y vamos a ver como el Señor había prometido enviar también en el Nuevo Testamento a estas personas. Mateo capítulo 23 versículo 34; ha estado diciendo una serie de ayes contra los escribas y fariseos. ¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas! Porque esto y aquello y aquello; que después de casi todo el capítulo reprender a los escribas y fariseos, uno pensaría que El no querría tener más escribas y fariseos en la tierra; sin embargo, El termina ese capítulo diciendo que va a enviar más escribas; no que los va a quitar; los va a discipular, no a quitar. Entonces dice el versículo 34, y por eso les llamé la atención a en qué contexto está, al final del capítulo 23, donde están las reprensiones contra los escribas. Dice el versículo 34: “Por tanto…”, o sea, por causa de que los escribas legalistas, farisaicos, son así como están descritos, Yo tengo que enviar otra clase de escribas: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas”; o sea que el Señor enviaría profetas, también sabios, y también escribas. En la historia de la Iglesia, Dios le daría a la Iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y también didaskálous, llamados “maestros”, traducido así; entonces dice: “y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación”.

 

Entonces aquí vemos que el Señor promete enviar profetas, que es el ministerio kerigmático, el ministerio del rhema o del oráculo, aquel mover especial del Espíritu de Dios que carga el corazón de estos hermanos profetas para que ellos pronuncien una palabra que el Espíritu aplique en una coyuntura especial. Pero siempre el Señor asoció los profetas con los apóstoles o con los maestros; no es bueno que los profetas estén solos y que los maestros estén solos; los profetas solos, tienen la palabra para el momento, para cierta cosa; pero ustedes recuerdan que en la Biblia se habla del kerigma y de la didaké, o sea, de la predicación y la enseñanza acerca de Jesucristo. El kerigma es esa palabra profética del Espíritu dada para aplicarla en una coyuntura especial, un rhema que es una parte de la palabra total del Logos de Dios que el Espíritu vivifica para responder a una coyuntura y a una necesidad especial; ese es el rhema; pero el rhema tiene que provenir del Logos, o sea de la plenitud de la Palabra. El apóstol Pablo, lógicamente que él era una hombre bastante carismático; hacía muchas cosas por inspiración instantánea del Espíritu; pero él también tenía cuidado de la enseñanza integral, de la enseñanza didáctica, como dice en la llamada primera carta a los Corintios, que él por todas las iglesias enseñaba de la misma manera; y también le dice a Timoteo que lo que ha oído de él, delante de muchos testigos, eso mismo encargue a hombres fieles que sean idóneos para enseñar, o sea para la didaké; es decir que necesitamos las dos cosas. Si los profetas no están con los maestros, ellos pueden deslizarse al subjetivismo; el rhema tiene que ser entendido en el contexto del Logos, de toda la palabra de Dios, de toda la doctrina y el consejo de Dios.

 

Pero también, si los maestros no están con los profetas, entonces ellos pueden ser didácticos, pero pueden volverse meramente intelectuales, pueden volverse un poco legalistas, hasta aburridos, hasta cuadriculados, sin dar ocasión a las intervenciones espontáneas del Espíritu. Entonces el Señor siempre coloca juntas personas que tengan las dos tendencias; y necesitamos tener las dos tendencias, es decir, recibir los dos dones de Dios, a los profetas y a los maestros, a los profetas y a los apóstoles, a las personas que operan de una manera espontánea y los que operan de una manera didáctica, y uno complementa al otro; se necesita tener de todo en el cuerpo; si solamente esperamos todo de la coyuntura, y no se enseña didácticamente aquello, se puede caer en el extremo del subjetivismo; si solamente se hace la enseñanza didáctica, pero no se da lugar a la profecía, a la intervención del Espíritu, a la espontaneidad, entonces también podemos caer en una forma fría, en una forma aburrida. Entonces el Señor por eso coloca a los dos, ven? “Había en la iglesia de Antioquía profetas y maestros”; y en otro pasaje dice: “les enviaré apóstoles y profetas”.

 

     Dice el Señor en Mateo 23:34: “He aquí yo os envío profetas y sabios y escribas”; y a uno le parece raro encontrar la palabra “sabios” aquí; la palabra “sabios” en el idioma griego quiere decir: “sofos”, de donde viene la palabra “filo-sofía”, que quiere decir amor a la sabiduría. Entonces los sofos son los dedicados a sofía. Santa Sofía no es una mujer santa por allá del siglo XII, sino que es la sabiduría. Entonces el Señor también enviaría sofos, y gramáticos o escribas también, juntamente con profetas. Ustedes recuerdan que en 1ª a los Corintios 14:32 dice: “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”, no lo contrario; no dice que los profetas están sujetos a su propio espíritu, no; Dios no estableció que el espíritu humano tome la dirección; es el alma humana la que con la voluntad y con la razón debe hacerse responsable. El espíritu es para captar la dirección de Dios, pero como nos dice Ezequiel 13, a veces el espíritu suelto, no el de Dios, sino el del hombre, se va en fantasías, empieza a creerse cualquier cosa que se le viene a la mente, pensando que es una palabra de Dios que le vino.

 

     Lo dice en Ezequiel 13; valdría la pena que ustedes lo vieran con sus ojos. Ezequiel 13 dice de espíritus de profetas insensatos; insensatos quiere decir que no usan su sentido común, sus sentidos, su razonamiento; no examinan; pero el Señor dice que todo hay que examinarlo; las profecías tienen que ser examinadas; los profetas deben ser probados, y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. Entonces dice en Ezequiel capítulo 13 así: “Vino a mi palabra de Yahveh diciendo”; me disculpan los hermanos porque a veces yo traduzco Yahveh por Jehová; no es algo legalista, no; lo que pasa es que la palabra “Yahveh” es realmente la palabra más cercana a las cuatro letras en hebreo del nombre de Dios. Como los judíos no las querían pronunciar, entonces ellos ponían las letras de Adonay encima, y cuando llegaban a leer, por respeto ellos no querían pronunciarlo; y hasta hoy los mesiánicos no quieren poner el nombre de Dios completo, y le ponen una rayita, o no lo mencionan, simplemente porque como el Señor dijo que no tomemos el nombre de El en vano, entonces ellos no lo quieren tomar ni siquiera en serio; entonces ponían las iniciales de Adonay encima, para que cuando estuvieran leyendo entonces leían Adonay en vez de leer el nombre Yahveh; entonces ¿qué pasó? Como aparecieron las vocales de Adonay encima de Yahveh, surgió la palabra Jehová; esa pronunciación Jehová es como un híbrido entre un nombre que no quieren pronunciar mezclándolo con uno que pronuncian en lugar del que debían pronunciar; y ahí surge ese nombre, pero el Señor sabe que cuando se habla en ese nombre nos referimos a El, y todos lo sabemos, pero hay varias traducciones; yo prefiero usar la que es más cercana, pero no de una manera legalista; ustedes son libres; si están leyendo, no necesitan leerlo como yo lo leo; pero si usted concuerda conmigo, también tiene libertad de hacerlo, pero no vamos a hacer de ello una escuela, vamos a obrar con libertad.

 

     Entonces dice aquí en Ezequiel 13: “Vino a mi palabra de Yahveh, diciendo: hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan”; entonces ¿cuál es el problema que pueden tener los profetas sin los maestros, sin los sabios, y sin los escribas que Dios les pone juntos? Lo siguiente: “y di a los que profetizan de su propio corazón”; o sea, la persona que sólo se guía hacia el método carismático, a veces puede dejar mezclar su propio corazón, sus propios sentimientos, y mezclar sus propias opiniones y confundirse, porque el espíritu está para captar la intuición espiritual, pero el espíritu humano, sin estar también sujeto al profeta, o sea, a su alma, a su razonamiento, a su examen, a su sentido común, a su comprobación en relación con todo el consejo de Dios, en relación con el consejo también del cuerpo de Cristo, entonces ¿qué le pasa a aquel profeta que sigue su propio espíritu? Que a lo mejor va a recibir unas impresiones impuras, que no son suficientemente entrenadas para distinguir lo que es de Dios de lo que es de su corazón, y le va a atribuir a Dios cosas que no son de Dios. Entonces, cuando se está desarrollando el don de profecía, lógicamente que las personas tienen esa duda: ¿será que es de Dios? ¿Será que es mío? O ¿será que eso es de Dios o del hermano? ¿Será que en verdad vio algo, o solamente se imaginó algo, y se lo está atribuyendo a Dios? Entonces sí existe el don, sí existen visiones legítimas, sí existe la profecía legítima y verdadera, existe la interpretación verdadera; pero lo que es verdadero encaja con la Palabra de Dios, encaja con la naturaleza de Cristo. Pero cuando el vaso está apenas en formación, puede ser que le mezcle algo personal, porque el vino toma la forma del vaso; si el vaso es cuadriculado, el vino se vuelve cuadriculado; si pones el vino en un plato, el vino toma la forma del plato; si pones el vino en una botella, el vino toma la forma de la botella; el vino toma la forma del vaso en que se encuentra. Entonces a veces, cuando el vaso no ha sido suficientemente entrenado, sino que está apenas en el proceso, le añade lo propio a lo que es realmente del Señor; puede ser que en verdad el Señor hizo un mover, pero la persona le añadió algo propio, interpretó ese mover con categorías personales de él, y las mezcló. Entonces por eso dice aquí: “profetizan de su propio corazón: Oíd palabra de Yahveh. Así ha dicho Yahveh Adonay”, o sea, Jehová el Señor: “¡Ay de los profetas”, no de los profetas, sino “de los profetas insensatos!”; ¿qué quiere decir insensato? Que no utiliza su sentido común, ni sus cinco sentidos, que no tiene el examen, que no utiliza bien el razonamiento, la comprobación. No está mal ser profeta; lo que está mal es ser profeta insensato; o sea un profeta que se deja llenar de fábulas, mitológico, que solamente se deja llevar por ilusiones, y no examina las cosas.

 

Ahora, si está solamente el maestro, él va a ser exagerado y no va a creer en nada; necesita al profeta al lado; pero el profeta necesita al maestro; todos nos necesitamos unos a otros para completarnos y complementarnos. Entonces dice: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu”; por eso no debemos andar en pos de nuestro propio espíritu, sino en pos del Señor por Su Palabra; y al Señor lo captamos en nuestro espíritu, pero lo razonamos, lo comprobamos con nuestra mente. Entonces hay personas que piensan que no hay que pensar, que no hay que analizar; y algunos piensan que la mente es un enemigo; pero la mente es creación de Dios, y tiene un lugar, y hay que amar a Dios con toda la mente, y no sin la mente, ven? Entonces por eso dice que los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; los profetas tienen que examinar todo lo que acontece en su espíritu, preguntar a Dios, y tener esa certeza: esto es de Dios, esto es algo bíblico, es algo puro, con toda libertad; ya Dios lo ha entrenado cada vez que desarrolla su don y su ministerio; cada vez es más seguro en su discernimiento, y debe decir lo que dijo. Si tuvo un sueño, debe decirlo; si tuvo una percepción, debe decirla. Pero claro que con eso no debemos ser ingenuos y creer que todo lo que viene de esa manera es de Dios; la iglesia debe juzgar lo que dicen los profetas; debe haber un santo escepticismo moderado acerca de las profecías; santo, inspirado por Dios: “No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”; es decir, si el Espíritu Santo se está moviendo, el Espíritu Santo mismo te lleva a la Palabra escrita que El inspiró; porque si el Espíritu te dio la Palabra, te lleva a probar. El Espíritu Santo no tiene miedo de que lo prueben; usted no está irrespetando cuando está examinando algo que dice ser de Dios; usted lo está examinando a ver si verdaderamente es de Dios. Cuando usted ya sabe que es de Dios, dice: Hermano, esto es de Dios; entonces lo toma, lo respeta; pero si no está seguro, debe examinarlo, porque si no, seremos insensatos, amén?

 

Por eso dice allí: “¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto!”. Quiere decir que lo que vieron no era de Dios; Dios lo considera como nada, porque más adelante dice que vieron pero vanidad. Entonces dice: “Como zorras en los desiertos fueron tus profetas”; ¿Qué es lo que caracteriza a las zorras? Cada animal en la Biblia representa una mala “virtud”; o sea, no es una virtud, sino lo contrario, un vicio; las zorras representan la astucia; hay personas que no se dan cuenta de que son astutas, que mezclan con forma profética su propia astucia. “Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel. No habéis subido a las brechas”, es decir, realmente no llegaron a la presencia misma de Dios para recibir impresión de Dios, sino que se quedaron en un plano del atrio, bien externo, bien carnal; “ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel”, es decir, algo para proteger a Israel del mal, para que resista firme en la batalla, en el día de Yahveh; porque, hermanos, hay batalla, y en la batalla hay confusión y muchas cosas; y si uno no está bien fundamentado, no resiste en la batalla. Quizás un caso de lo que se menciona en ese sitio sea una situación parecida; entonces dice aquí: “Vieron”; no dice aquí que no vieron, sino “Vieron”, pero “vanidad y adivinación mentirosa”, mentira, ven? “Dicen: Ha dicho Yahveh, y Yahveh no los envío”; o sea, ellos se engañaron, quizá querían, y se atrevieron, se les fue la mano; “con todo, esperan que El confirme la palabra de ellos”; es decir, ellos mismos se creen su propia mentira. “¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?

 

Entonces estos versos nos diagnostican esa situación humana que se da en el mundo carismático; nosotros no somos anti-carismáticos, ni anti-pentecostales; nosotros somos cristianos inclusivos, creemos en todos los dones, en todos los ministerios legítimos; pero también examinamos todo, probamos todo, a ver si es o no es; el examinar, el juzgar, el probar, el comprobar, son mandamientos de Dios. “Probad los espíritus”, “Comprobad cuál sea la buena voluntad de Dios”,Examinadlo todo”, “No creáis a todo espíritu, sino probad”; aún los que dicen ser apóstoles deben ser probados (Ap.2:2). Entonces, hermanos, la iglesia no debe ser insensata, ni ingenua, sino sensata, probar; y no digo “escéptica”, no digo “incrédula”, porque Dios prometió; dice: “En los postreros días habrá sueños, visiones; los jóvenes verán visiones y soñarán sueños y las siervas y los siervos profetizarán”; y si Dios lo prometió, lo legítimo tiene que estar sucediendo. Claro que el diablo quiere mezclar lo ilegítimo, porque el diablo también es espíritu, y los demonios también son espíritus; así que no todas las cosas espirituales, espectaculares, milagrosas, no todas son de Dios; lo de Dios sí es espiritual, pero no todo lo espiritual es de Dios, pues ta,bén espíritus rebeldes y engañadores; todo debe ser probado; y por eso es que los espíritus, no el de Dios, sino el espíritu de los profetas, está sujeto al profeta. La persona debe ser una persona sensata, que examina las cosas a la luz de la Palabra, a la luz de la razón, a la luz de la comunión con la iglesia, porque la iglesia debe juzgar. Los profetas sí, hablen, hablen dos o tres, pero los demás ¿qué? ¿traguen entero? No; “los demás juzguen”. Por eso el Señor pone estos dos ministerios juntos: profetas y maestros; profetas y apóstoles.

 

     Volvamos allí a Mateo, mientras tanto 23; entonces dice allí el verso 34: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sofos”, hasta filósofos cristianos, “y escribas”. Algunos hermanos malentienden aquel pasaje de 2ª a los Corintios donde dice que “la letra mata”; se imaginan que estudiar lo va a matar; pero, hermanos, les ruego que me acompañen a 2ª a los Corintios, y que vean el contexto de “la letra mata”, para ver qué tipo de letra es la que mata; es la letra de la Ley que Dios escribió con Su dedo en tablas de piedra, que condena al que no la cumpla; esa es la letra que mata; no se refiere a estudiar, no se refiere a leer. 2ª a los Corintios capítulo 3, el versículo donde está lo relativo a que la letra mata está en el versículo 6: “el cual (o sea Dios) nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria…”; ¿cuáles son esas letras? ¿Cuál es el ministerio de la letra que mata? Es la propia Ley de Dios; la Ley de Dios mata, no porque no haya que leerla, sino que el que no la obedezca es condenado por la Ley; y en ese sentido es que la letra mata, no en el sentido de que si tú lees algo, o si estudias, o si investigas, o si analizas, eres un muerto, no; no es en ese sentido; lee todo el capítulo 3 y verás que está haciendo un contraste entre el ministerio de la Ley que estaba escrito en tablas de piedra para condenar al que no la obedezca, y el ministerio del Espíritu escrito en nuestros corazones, que nos vivifica, que nos reconcilia. Entonces la letra que mata es la misma Ley de Dios, escrita por Dios en tablas de piedra, que condena a muerte al que desobedezca la Ley; por eso todos merecemos la muerte, porque la letra de la Ley nos ha matado, nos ha condenado a muerte, somos todos culpables; por eso el Señor Jesús tuvo que encarnarse cumpliendo El sí la Ley, obedeciendo El las letras que Dios escribió en el Decálogo y en toda la Ley; y luego de no pecar, morir por los pecadores, para que nosotros pudiéramos ser ahora libertados del yugo de la Ley, porque la Ley nos condenó; mas ya morimos con Cristo, ya fuimos sepultados con El en el bautismo, y ahora resucitamos para ser de Otro, para ser de Cristo, vivir en el régimen nuevo del Espíritu. Pero lo de que la letra mata es en el contexto de la Ley, de 2ª a los Corintios, y no se refiere a que no hay que leer, a que no hay que estudiar, a ser personas ignorantes, como si eso fuera lo espiritual, como si lo espiritual fuera la ignorancia; no malentendamos eso.

 

     Dice aquí el Señor en Matero 23:34: “yo os envío”, el Señor envía profetas, pero también sofos, o sea, filósofos cristianos también, y gramáticos “escribas”, personas eruditas de parte de Dios; ¿por qué? porque existen eruditos  escribas que no conocen al Señor; entonces el Señor tiene que discipular también escribas del reino. Entonces hay unos escribas del reino de los cielos, ¿amén, hermanos? Entonces a éstos los envió Dios, y también serían perseguidos; podemos conocer la historia de la Iglesia, y ver hombres de Dios supremamente eruditos, que han seguido al Señor en todas las eras de la Iglesia, ¿amén, hermanos?

 

     Volvamos ahora al capítulo 13 de Mateo, donde estamos considerando la parábola del escriba discipulado; dice en el verso 52: “Por eso todo escriba docto”; aquí el Señor no quiere que ninguno de Sus escribas, los escribas de Su reino de los cielos, sean personas necias, personas desequilibradas, personas incompletas, no; todo, “Por eso todo escriba discipulado”; claro que si es discipulado llega a ser instruido, llega a ser docto; pero la palabra discipulado abarca la palabra “docto”, pero la palabra docto no abarca la palabra “discipulado”; por eso fue que escogí la traducción “discipulado”. “Todo escriba discipulado en el reino de los cielos”; o sea que la disciplina, o el discipulado, es en relación al reino de los cielos, en relación con la vida cristiana, a la vida de la iglesia, a la vida de vencedores, a la vida con el Señor cuando El venga a reinar durante el Milenio; todos estos asuntos están involucrados en el contenido del tesoro de estos escribas. Dice: “Todo escriba docto (o discipulado) en el reino de los cielos es semejante a…”; aquí nos damos cuenta de que es una parábola, como en el verso 53 está cobijado cuando dice: “estas parábolas”; es la parábola del escriba discipulado; entonces dice: “Todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia…”; aquí está haciendo el contraste con el verso anterior: “¿Habéis entendido?” Sí. Ah! Si entiendes, eres responsable de alimentar a la familia de Dios; la persona a quien Dios discípula, prepara, enseña, es con el objetivo de que sea como el papá de una familia; no que sean personas solas, o personas que solamente se gozan en su conocimiento privado, sino que tienen la responsabilidad de enseñar, la responsabilidad de administrar, de instruir; por eso es llamado por el Señor Jesús como un padre de familia; esas personas son las personas a quienes Dios les encomienda Su familia para que le enseñen, para que le instruyan; por eso Pablo hablaba de instrucción. “Os alabo, hermanos, porque habéis recibido las instrucciones que os encomendé”; también hablaba de la enseñanza; aquí enseñanza tiene que ver con el depósito de Dios; las instrucciones tienen que ver con las costumbres, con la práctica de los apóstoles del Nuevo Testamento; entonces la instrucción es acerca de esas prácticas. Cuando tú lees 1ª a los Corintios 11, ves que habla de retener las costumbres e instrucciones apostólicas. Si algunos hermanos no están familiarizados, vamos a leerlo en 1ª a los Corintios capítulo 11, sólo para que los que no estén familiarizados se familiaricen.

 

En el verso 2 dice: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mi, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué”; o sea que los apóstoles deben instruir a las iglesias. Existen maneras ordenadas por Dios apostólicamente. En el capítulo 16 dice: “Haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia”. Hay una manera ordenada por la palabra del Señor; entonces deben instruirse en la manera de hacer las cosas; las instrucciones se refieren a la manera de conducirse en la casa de Dios.

 

     Pasando un poquito, después viene hablando el asunto del velo; por eso a algunas hermanas ustedes las ven con velo. Entonces luego de haber hablado del velo, dice en el versículo 16 del capítulo 11: “Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre…”; o sea que hay algo que se llama “las costumbres de los apóstoles”; “…ni las iglesias de Dios”; es decir que las iglesias de Dios tienen las costumbres de los apóstoles que ellos aprendieron con el Señor Jesús, y en las cuales ellos instruyen; entonces la instrucción se refiere a las costumbres apostólicas aprendidas con el Señor Jesús; es decir, la manera de hacer las cosas. La enseñanza, en cambio, se refiere al contenido doctrinal, didáctico, de la verdad, el corpus de la verdad, el consejo de la verdad. Y lógicamente que el Espíritu Santo vivifica porciones de una manera kerigmática, con un rhema, para responder a coyunturas especiales; pero los rhemas se basan en el Logos, o sea en la Palabra, en el corpus de la verdad.

 

     Verso 52: “Todo escriba discipulado en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia…”; ¿a quién le está hablando el Señor? A sus discípulos; no le está hablando al público en general, sino en la casa. Primero habló al público, y luego, cuando vino a casa, le preguntaron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Y El comenzó a explicar las parábolas, y ahí fue cuando dijo estas ocho parábolas, de las cuales ésta del escriba discipulado es la octava, ¿amén? Entonces dice allí qué hace este padre de familia; tiene que tener un tesoro; fíjense, dice que saca de su tesoro; o sea, antes de sacar, tiene que tener un tesoro; es decir que se espera de un escriba docto o discipulado en el reino de los cielos, que tenga un tesoro. Y ese tesoro tiene cosas antiguas y cosas nuevas; ese tesoro abarca todo el depósito de Dios, que viene desde la antigüedad, desde que Dios comenzó a revelarse, desde que Dios comenzó a dar Su palabra a los hombres; abarca lo que el pueblo de Dios ha aprendido a lo largo de los siglos. Pero el Señor complementa y completa las cosas antiguas con las cosas nuevas; es decir, el Espíritu Santo siempre puede refrescar las cosas, siempre puede aplicar un principio antiguo a una situación nueva; entonces necesitamos lo nuevo y necesitamos lo antiguo. A veces hay hermanos a quienes les gusta solo lo antiguo; son muy descuidados con lo novedoso, y les gusta sólo antiguo; y hay otros a quienes les gusta sólo lo novedoso, estar siempre en la novedad, esperar algo totalmente nuevo. Pero el Señor dice que el escriba discipulado usa las dos cosas: saca de su tesoro cosas nuevas y viejas; o sea que su tesoro tiene que tener las dos cosas; el tesoro tiene que tener cosas antiguas y cosas nuevas. Respecto a las cosas antiguas, es porque nosotros somos deudores a la ortodoxia de la Iglesia, pues aún el Nuevo Testamento se sustenta en el Antiguo; la Iglesia ha pasado aprendiendo, y nosotros estamos sobre los hombros de muchos hermanos, nosotros somos deudores de muchos hermanos; hubo hermanos que tuvieron que tener dolores de parto; y a veces ciertas claridades que el Espíritu Santo le dio la Iglesia se demoraron siglos en ser paridas. Estudiábamos con los hermanos en Circasia que Apocalipsis 12 nos habla de esa mujer que está con dolores de parto para dar a luz ese niño; y nos habla de esos dolores del alumbramiento, o sea, para alumbrar algo. Para llegar a una claridad más definitiva se necesita pasar por dolores; y la Iglesia ha pasado por dolores, por controversias, por confusiones, hasta que las cosas de la palabra de Dios se hayan ido aclarando.

 

Entonces nosotros no podemos hacernos los de la vista gorda, e ignorar el trabajo del Señor con Su Iglesia, porque el Señor Jesús dijo:” Yo edificaré mi iglesia”; de manera que la mano del Señor ha estado detrás de toda la historia de la Iglesia, y no debemos ignorar la historia de la Iglesia; debemos apreciarla, debemos conocerla y debemos sacar lecciones de la historia de la Iglesia; porque bien se dice que los que no ponen atención a la historia, la repiten en su aspecto negativo; tenemos que aprender de la historia; y yo animo especialmente a los jóvenes a que conozcan la historia de la Iglesia; no sólo la reciente, sino desde el principio; y también la historia de Israel y la de los patriarcas; esas son estas cosas antiguas, ¿amén? todo el trabajo de Dios que nos precede; por eso se llama antiguo; pero también hay la parte nueva; la parte nueva es lo que el Espíritu hace recientemente. A veces, hermanos que estuvieron en una situación antigua, pues lógicamente que ellos entendían la Biblia según el tiempo en que vivían; por ejemplo, usted va allí a las Leyes, y dice que el israelita debía tener una especie de estaca para que cuando fuera al baño, porque ir al baño era ir al monte, porque el baño era en el monte, entonces tenía que hacer con la estaca un hueco, y luego depositar allí sus excrementos, y luego tapar con tierra, para que el Señor no se encuentre con toda esa defecación en el campo y lo vuelvan inmundo; por eso a algunos animales el Señor les puso ese instinto de cavar y enterrar, para que se vuelva abono, y el campo esté limpio. Claro que hoy no tenemos esa estaca, hoy tenemos baños, papel higiénico y todas estas cosas; pero el principio es válido; es un principio de higiene, de no tener cosas inmundas a la vista, ¿se dan cuenta? Y también ser ecológicos y reciclar. Aunque esa Ley es antigua, se puede traducir a la época moderna, y a la postmoderna, y aplicarla hoy de una manera novedosa; entonces el escriba docto, por ser discipulado en el reino de los cielos, debe tener también cuidado de las cosas nuevas; no debe estar cerrado a las novedades del Espíritu Santo, no debe estar cerrado a las cosas frescas; lo nuevo es lo fresco; y ¿qué sucede cuando nosotros hemos aprendido algo del pasado? Que lo que fue precioso se puede volver anquilosado.

 

     Vamos a 2ª de Timoteo 1:13-14: “Retén la forma de las sanas palabras que de mi oíste…”; ese es depósito de Dios, ¿se dan cuenta? Esa es la didaké, la forma de las sanas palabras; esa es la ortodoxia, la doctrina correcta; pero lógicamente que necesitamos además de eso la vida, la vida de la Palabra, la vida del Señor, el Espíritu; el Señor dijo que Sus palabras son Espíritu. Uno de los trabajos del Espíritu Santo es mantener viva la palabra de Dios, traerla a vida de nuevo, recordarnos todas las cosas, hacérnosla comprender, hacerla vida. Entonces por eso el verso 13 está complementado por el 14: “Guarda el buen depósito…”; pero tiene que añadir otra frase; ¿cómo se puede guardar el buen depósito? ¿Con qué instrumento? ¿De qué manera una cosa tiene que salir de la vejez, de la inercia, de la costumbre, y volverse otra vez fresca y viva? Dice: “por el Espíritu Santo”. Hermanos, si nosotros nos descuidamos, podemos desvincularnos del Espíritu Santo, y quedarnos sólo con la doctrina correcta; claro que la doctrina correcta es necesaria, es una parte, es la forma de las sanas palabras que debemos retener, no debemos ser descuidados con eso y decir: bueno, esto está seco, y lo puedo desechar, no; no lo puedes desechar, porque es palabra de Dios; el problema no está en la palabra de Dios, el problema no está en las palabras de la Biblia; hay gente que se cansa y se harta de leer la Biblia porque solamente ven el aspecto externo; pero el problema no es de la Biblia, el problema es de la persona que está leyendo la Biblia sin estar vinculado con el Señor. Pero si esa persona se conecta con el Señor, el Señor vuelve a mostrar viva la Palabra; y eso que antes le aburría, ahora lo lee con un gran gusto, porque el Espíritu le da vida al lector; ese es el trabajo del Espíritu, hacer realidad cada vez la Palabra en nosotros. Nosotros estudiamos, conocemos ciertas cosas, y podemos tener la tentación de no depender del Señor, sino depender de lo que sabemos, y decir: yo ya sé muchos temas, y voy a hablar de algún tema; no se trata de hablar de cualquier tema que uno sepa; se trata de hablar con el Señor el tema que El da; no se trata de hablar cualquier cosa que uno sabe, sino qué es lo que el Señor quiere que se hable, Señor: ayúdame, de todo corazón vengo a Ti, porque yo sé que yo solo soy seco, yo no puedo dar vida a nadie, sólo Tu Espíritu es el que vivifica, y necesito que Tu Espíritu sea con mi espíritu, como le decía Pablo a Timoteo: “El Señor Jesucristo sea con tu espíritu”. Entonces, cuando leemos la Palabra, o leemos un artículo, o leemos un folleto, o un libro de la historia de la Iglesia, no debemos hacerlo desvinculados del mismo Señor; o si no, se nos vuelve una verdad seca, reseca, algo que ya sabíamos, pero que ya nos parece tan común que ya no le captamos su valor. Pero si tú te vuelves al Señor, oras, cantas, lees la Palabra, lees lo del ministerio del cuerpo de Cristo, tanto lo actual como lo anterior, en comunión con el Espíritu, el Espíritu hace viva las cosas, el Espíritu te permite captar, disfrutar y enriquecerte. ¡Cuantos hermanos a veces se ponen a leer algo que el Señor ha dado al pueblo de Dios, y lo hacen en comunión con Dios, y son enriquecidos! Y algo que ya habían leído, les parece nuevo. Yo a veces he leído libros, por ejemplo, del hermano Watchman Nee ese libro que se llama “La liberación del Espíritu”; he leído como siete veces el mismo libro, y cada vez que lo leo, encuentro algo nuevo; es como si no lo hubiera leído antes; y son siete veces que lo he leído; ¿por qué? porque el Espíritu estuvo allí; y si tú estás con el Espíritu, el Espíritu te deja captar algo que tú no estabas preparado para captar antes; porque dice: “cuando yo era niño, juzgaba como niño”; entonces, en la medida en que voy creciendo, voy leyendo desde la estatura que tengo; cuando he crecido un poquito, y vuelvo a leer, voy a comprender algo más.

 

     Como estamos leyendo a hermanos como el hermano Watchman Nee, el hermano Austin Sparks, y otros siervos de Dios que han madurado mucho, hay cosas de su madurez que nosotros no captamos en nuestra niñez; en la medida en que el Espíritu te hace madurar a ti, vuelves a leer aquello, y ahora te es nuevo, como si no lo hubieras leído antes; ya lo habías leído, pero ahora estás captando más. Marlene me ha contado que a veces, ella que transcribe, primero lo escucha aquí, lo graba, luego lo escucha en su casa, luego lo transcribe; dice que a veces entiende más; me lo ha contado. ¿Qué trae luz a una cosa? ¿Quién hace eso? El Espíritu Santo. “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo”; el Espíritu Santo es el que refresca, es el que hace nuevas las cosas.

 

     Entonces, ya terminando aquí en Mateo 13:52 dice: “Todo escriba docto (o discipulado) en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia”; se espera que los hermanos entendidos tengan su familia a la cual alimenten con su tesoro; ustedes que están siendo enriquecidos por el Señor, que están recibiendo de parte del Señor un tesoro, es para prepararlos para tener familia; los que ya han aprendido algo, ya tienen que tener una familia, así sea poquitos, tienen que tener algunos a los cuales alimentan, ¿amén? Entonces dice: “Saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”; y menciona primero las nuevas; o sea que siempre el escriba docto, o discipulado, en el reino tiene que estar pendiente a lo que el Espíritu quiera hacer en ese momento, tiene que depender del Espíritu; entonces, cuando está ministrando lo nuevo, el Espíritu Santo le recuerda aquellas cosas antiguas, le permite traer las cosas antiguas, y le permite hacer ilustraciones con las cosas de antes, recordar la historia de la Iglesia, y la historia de los patriarcas, de Israel, de los apóstoles, de los profetas, de los reformadores, de los misioneros, etc. Y va trayendo a luz y enriqueciendo. Entonces, hermanos, yo pienso que esta preciosa parábola con que el Señor termina esta colección de Mateo 13, nos enriquece; son dos versos cortos, pero muy ricos, cada frase, cada pedacito de frase implica muchas cosas; incluso yo no alcancé a decir hoy todo lo que hay debajo de esas parábolas, cosas nuevas y cosas viejas, porque si pudiera decir todo lo que quiere decir nuevas, no serían nuevas; siempre usted puede ser sorprendido por el Señor, y con eso termino.

 

El Señor tiene la característica de asombrarnos; cuando el Espíritu Santo nos enseña, nos asombra. Tú estás por ahí, y de pronto el Espíritu Santo empieza a tratar contigo, y te hace entender cosas que no entendías; a veces somos un poco duros, y nos tiene que enseñar en un sueño; y a veces, cuando estamos meditando o sufriendo, el Espíritu Santo te hace entender cosas. Estemos abiertos a la enseñanza del Espíritu Santo, pero también probemos todo lo que viene dizque en nombre del Espíritu Santo, para ver si en verdad es; y si es, bienvenido, si no es, se queda en el colador. Amén. Gracias, hermanos.

 

     Padre eterno, Te damos las gracias por esta nueva ocasión que nos has dado, que podríamos decir una más, pero es una nueva, porque Tú has estado con nosotros; Tú quieres estar siempre con nosotros; Tú quieres ser la realidad viva de todos nuestros estudios, comentarios, reuniones de iglesia, en nuestras alabanzas; no permitas, Señor, que nos deslicemos a la forma seca y marchita que somos nosotros mismos. Ayúdanos a suplicarte que estés presente con nosotros; que Tú seas con nuestro espíritu, que Tú palabra es espíritu y vida; que nuestro hombre interior sea fortalecido, porque nadie puede fingir esto; solamente Tú eres la vida; no nos dejes secos. Gracias cuando nos sentimos secos, porque así nos haces sentir la necesidad de buscarte, porque Tú eres el Agua Viva que refrigera nuestra sequedad. En el nombre del Señor Jesús. Amén. 

 

Gino Iafrancesco V., 21 de enero de 2005, Teusaquillo, Bogotá D.C., Colombia.

Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada por el autor.