LA PERLA DE GRAN PRECIO

26.05.2011 17:24

LA PERLA DE GRAN PRECIO

 

 

     Padre, a Ti la honra y la gloria; Tú mereces toda adoración, Señor; Tu pueblo hacia Ti se inclina, y al mismo tiempo hacia Ti se levanta, en honor y adoración a Ti. Honra y gloria a Ti en la iglesia, por los siglos de los siglos. Tu pueblo te adora en la tierra, como tus ángeles te adoran en el cielo. Recibe honra y loor desde la tierra, honra y loor desde este rincón de Colombia, desde este rincón del planeta; honor y gloria a Ti por los siglos de los siglos. A Ti la alabanza, Señor, a Ti la adoración, a Ti glorificamos, a Ti exaltamos; Tú eres digno de honor y gloria, de adoración en la iglesia, Oh Señor Jesús. Moisés no podía entrar porque Tu gloria había llenado la casa. A Ti gloria en la iglesia, a Ti la adoración por los siglos de los siglos; Tú mereces adoración, Tú mereces obediencia, Tú mereces todo amor, sinceridad y verdad, Tú mereces la fidelidad de Tu pueblo; a Ti honra y gloria por los siglos de los siglos. Exaltado seas Tú en la iglesia, exaltado seas Tú en la iglesia, Padre, en el nombre de Jesucristo tú Hijo amado; a Ti gloria en la iglesia. Por la sangre del Cordero limpia todos los pecados de Tu pueblo, para que Tu pueblo permanezca delante de Ti, sólo sostenido por el poder de Tu gracia, misericordia y Tu justicia nueva en Cristo Jesús. Aleluya, Padre, en el nombre del Señor Jesús. Oh Padre Santo, en nombre del Señor Jesús te pedimos en esta noche que también Tú nos hables con Tu palabra, Tu palabra que salió de tu corazón hacia nosotros, Tu palabra con la cual nos quieres dar vida y camino; Te rogamos que apreciemos Tu palabra; que podamos, Padre, en el nombre del Señor Jesús Tu Hijo, ser tocados por el Espíritu de Tu palabra; que puedas Tú intervenir entre nosotros con Tu Espíritu, Señor, para que la palabra que leamos de Ti, la leamos en Tu presencia, la leamos en conjunto con tu Santo Espíritu, porque vano es el hombre; sólo Tu Espíritu edificará. No es con ejército ni con fuerza, sino con tu Espíritu; ten piedad de nosotros, guárdanos y cúbrenos de nuestra miserias y bajezas con Tu presencia, Señor, y muévete entre nosotros, atráenos a Ti, conquístanos para Ti, atráenos, y andaremos contigo. Perdona lo tardío de nuestra respuesta en seguirte, perdona lo tardío de nuestra respuesta en buscarte, en seguirte, Padre; en el nombre del Señor Jesús, en el nombre de Jesucristo. Confiamos todo a Ti y lo esperamos todo de Ti, Señor, en Cristo Jesús, amén.

 

     Hermanos, atendiendo en nuestro corazón al Señor, y delante de Quien estamos, y que es el centro y la cabeza entre nosotros, vamos, atendiéndolo a El, vamos a poner atención a Su palabra, vamos a ir a Mateo capítulo 13, y con la ayuda del Señor estaremos dando continuidad a la consideración de los misterios del reino de los cielos. Aquí mismo en este capítulo 13 está registrado cuando los apóstoles le preguntaron al Señor que por qué le hablaba a las multitudes en parábolas; allí el Señor Jesús les contestó que para que viendo no vieran y oyendo no oyeran aquellos que han engrosado sus corazones; pero a los Suyos en particular les revelaba todas las cosas y decía que estas parábolas que El hablaba se referían a los misterios del reino de Dios o del reino de los cielos. De manera que cada una de las parábolas nos muestra un aspecto del reino de los cielos; son diferentes parábolas pero un mismo reino de los cielos; de manera que las diferentes parábolas nos presentan distintos aspectos del reino de los cielos; son ellas entonces complementarias una con la otra; a veces son hasta parecidas, pero tienen su pequeña diferencia en lo que tiene que ver con el complemento. Hoy estaremos viendo la de los versos 45 y 46 en el evangelio de Mateo; es la parábola de la perla de gran precio. Solamente entre los evangelios canónicos la registra Mateo; ni Marcos ni Lucas la mencionan; tampoco Juan. Entre los documentos que se descubrieron en Nag Hamadí, en la biblioteca de Nag Hamadí que se descubrió en 1945 se encontró el rollo del llamado Evangelio de Tomás con una colección de 114 dichos del Señor Jesús; y como sabemos que Tomás y Mateo fueron compañeros, Tomás también registra estas palabras del Señor Jesús; luego les voy a leer ese documento; no lo estamos poniendo al nivel canónico, pero para que sirva a manera de ilustración.

 

     Inicialmente tomaremos lo que la providencia de Dios hizo canónico para nosotros, que es el Evangelio de Mateo, que es el único que tiene la referida parábola, y luego a manera de ilustración, vamos a leer la versión que da el llamado Evangelio de Tomás, el logión o dicho número 76; lo tengo aquí copiado. Entonces vamos a leer, hermanos, Mateo 13, versículos 45 y 46. Hoy nos detendremos en estos dos versos con la ayuda del Señor: “También...”; ahí se muestra que la parábola no está aislada, sino que está en el conjunto de las parábolas, y que es una parábola complementaria. Viene después de una parábola que ocupó también un solo versículo, y también sólo en Mateo, que es la parábola del tesoro escondido; pero la parábola del tesoro escondido se diferencia de la parábola de la perla de gran precio en que el que encontró el tesoro, no lo estaba buscando; en cambio el que encontró la perla, buscaba perlas; así que el Señor está tratando de retratar las distintas condiciones que se dan entre los seres humanos. Por una parte, en el tesoro escondido dice el Señor: me hallaron los que no preguntaban por mí; muchas veces las personas ni se imaginaban con lo que Dios los tenía previstos; de pronto el Señor los atrapa en una circunstancia, aunque ni se lo imaginaban; como dice también Pablo; cita Pablo: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre, son las que el Señor tiene preparadas para los que le aman; claro que El nos amó primero; y en la parábola del tesoro escondido vemos que las personas no estábamos sabiendo de ese tesoro; ese hombre estaba en ese campo, que ni siquiera era propio, era un campo ajeno, y descubrió que había un tesoro en ese campo; y fue y compró el campo, porque el tesoro no se puede comprar; y compró el campo para quedarse con el tesoro; ese fue un hallazgo de alguien que no sabía lo que estaba buscando. En cambio en esta parábola de la perla el Señor retrata otro tipo de personas a quienes también, por la misericordia de Dios, Dios les habla del reino, se los acerca; la parábola de la perla de gran precio es complementaria; por eso dice: “También”; no sólo ésto, sino también lo otro. A veces nosotros somos desequilibrados; pensamos; si es así, no puede ser de la otra manera; si es de la otra manera, no puede ser de ésta; pero como dice Pablo también a los corintios: hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todo, es el mismo; el mismo Dios opera de distintas maneras, y por medio de diferentes personas, con unos aquí, con otros allá, y les acerca el reino tanto a éstos que no lo buscan, como aquellos que diligentemente buscan algo de valor; ese es el caso aquí de esta parte: “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”.

 

     Vamos a comentar primero un aspecto textual, procurando acercarnos al texto griego para sacarle un poco más de jugo a esta parábola: “También el reino de los cielos es semejante a un mercader”; la palabra que aquí aparece “mercader” es la palabra “emporo”, de donde viene la palabra española “emporio”; un emporio no es un mercado pequeño, sino que tiene un gran imperio; o sea que es una persona rica, a diferencia de el del tesoro escondido que posiblemente era un campesino pobre que andaba merodeando en un campo ajeno. En este caso este mercader era un mercader de un emporio; esa palabra así en la mera traducción no se nota, pero cuando vas al griego ves que la palabra “emporio”, proviene de esta palabra; o sea, era una persona que realmente era un buen negociante, era una persona que trataba las cosas de valor, era una persona que buscaba, que apreciaba cosas. Nosotros hemos visto en la Biblia como a veces el Señor se revela a personas que no lo buscan; dice: Me encontrarán los que no preguntaban por mí; y al mismo tiempo dice: todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor. Así que el Señor trata con distintas clases de personas; pero este mercader era un buscador. Dice: un mercader, un hombre de un gran emporio, porque las personas especialmente en la generación del Señor Jesús tenían las perlas en gran valor. Hoy en día quizá se le da más valor a las esmeraldas, a los zafiros, a los diamantes; en la era del Señor Jesús se le daba más valor a las perlas que a las mismas esmeraldas, que a los mismos diamantes; las perlas eran de las cosas más preciosas en esa época; se conseguían en el Golfo Pérsico; algunas se traían de la India; había personas que se dedicaban a hacer viajes para traer perlas; inclusive dice la historia antigua que el emperador Claudio invadió el sur de Bretaña, y una de las razones era ampliar el mercado de perlas; lo dicen los historiadores antiguos; eso quiere decir que las perlas eran realmente cosas valiosas. La esposa del emperador Calígula, que se llamaba Loria Paulina, siempre se ponía en su cabello una diadema llena de perlas, además en las orejas, en el cuello y en los dedos; por eso era que la querían imitar las personas, y Pablo tiene que escribir a Timoteo que el adorno de las mujeres no sea el externo, ni el de las preciosas perlas, porque la moda eran las perlas. Entonces el Señor está hablando según lo que la gente entendía en esa época; tenemos que trasladarnos a esa época para conocer lo que ellos valoraban, las perlas; hoy en día hay perlas falsas, y es muy común ver unos collares baratos que parecen un rosario de perlas; pero cuando leemos esto realmente tenemos que trasladarnos a la época, porque aquí lo que está diciendo es que busca buenas perlas.

 

     Ahora cuando dice aquí: “un mercader que busca”, aquí vemos que era este siervo un buscador; hay personas que son buscadores; por ejemplo, el etíope de Candace que vino a buscar a Dios era un buscador; aquellos prosélitos eran personas que habían pasado por las escuelas filosóficas, como los peripatéticos de Aristóteles, los de Platón, los estoicos, los cínicos, los epicúreos, y no encontraban nada, y oían hablar de un Dios verdadero y de las promesas de un Mesías que vendría, y ellos se acercaban; Cornelio era también un centurión; inclusive, con el dinero que él ganaba como soldado romano de un puesto elevado, él financiaba sinagogas; esas eran personas que creían en Dios, que asistían a las sinagogas, eran personas buscadoras; hay personas que buscan, se meten en filosofía, se meten en religiones, a veces hasta en el gnosticismo se meten, pero no buscando el mal; ellos están buscando algo de valor, queriendo darle sentido a su vida; son buscadores de perlas; pero aquí dice no sólo perlas, sino buenas perlas; este adjetivo “buenas”, realmente en el griego es kaluz, de donde viene la palabra calidad; es decir, perlas de calidad; otras versiones la traducen “perlas finas”, buscan perlas finas. “que habiendo hallado una perla preciosa”, o sea, mejor que todas, mejor que cualquier filosofía, mejor que cualquier mitología, mejor que cualquier camino de la vida, aquí nos está hablando el Señor del reino de los cielos. Claro que la salvación también es mejor, pero aquí no está hablando sólo de la salvación, porque aquí está hablando del reino. Ya en estas parábolas del reino hemos visto que hay una diferencia entre el reino y la salvación; por eso el verbo que se usa es “comprar”; la salvación no se compra, la salvación es un regalo, la salvación es una dádiva; la dádiva de Dios es vida eterna. Por gracia sois salvos, y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Aquí no está hablando de la salvación, sino del reino. “El reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió...”, es decir, se deshizo de todo lo que tenía, de todo lo que apreciaba para poder comprar, es decir, pagar el precio de esa perla; aquí el verbo ya no es regalar; la salvación sí es regalada. De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo, verdad? Entonces la persona no paga nada por la salvación de recibir a Cristo, no paga nada por ser salvo en ese primer sentido espiritual; pero una cosa es ser meramente salvo cual perdonado, y otra cosa es ocupar un lugar cercano a Cristo en el Reino; eso es un asunto diferente; aquí no habla de la salvación meramente inicial en el espíritu, sino la del alma,  la del Reino. Entonces dice: “fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”; es decir, una persona que llegó a valorar lo que es el reino de los cielos, está dispuesta a deshacerse de todo, de todo lo que apreciaba, de todo lo que tenía por valioso; ¿no fue eso lo que hizo Pablo?

 

     Vamos allí a Filipenses capítulo 3, y veamos a este buscador de perlas que era Pablo, que era un hombre irreprensible en cuanto a la ley, que había tratado de agradar a Dios, al Dios de sus padres, haciendo el mayor esfuerzo; yo creo que éste no es un campesino que se topó con un tesoro que no esperaba, no; éste era alguien que buscaba, verdad? Filipenses capítulo 3 dice desde el verso 4: “Aunque yo tengo también de que confiar en la carne”; o sea que aquí va a presentar la otra cara de la carne; ya en Gálatas presentó esa cara negrusca de la carne, esa cara podrida, y aquí presenta otra cara de la carne, pero es la misma carne; allá decía que era adulterio, hechicería, robo, mentira, toda esa porquería; pero aquí la carne también se gloría de cosas buenas, pero es la misma carne; y dice aquí: “tengo también de que confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más”; Pablo habla así porque él ya descubrió que aquella perla del Rey era mucho más grande que esto; al principio él se gloriaba en esto, era como la persona ya había conocido esas perlitas de segunda categoría, y estaba contenta con ellas, toda la vida había trabajado con ellas, era alguien que buscaba; pero cuando encontró la perla, una grande, bien bonita, sin defecto, especial, estuvo dispuesto a quedarse sin casa; en esa época había carros de tracción animal, y había camellos; porque era un mercader, vendió todo; es decir, todo le pareció poco al ver el valor de esa perla. Entonces Pablo dice aquí: “yo tengo también de que confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, esa era una perla de las pequeñas, “del linaje de Israel”; hoy en día muchos están valorando eso; muchos que no son judíos hoy quieren ser judíos, y dicen ser judíos y no lo son; Pablo sí era, él era de la tribu de Benjamín, o sea de Raquel, la amada, “hebreo de hebreos”, o sea, la crema y nata; él era uno de los discípulos de Gamaliel; y dice: “en cuanto a la ley”,  de la ¨mejor¨ denominación de la época: los fariseos, de la línea nada menos que de Farés, verdad? “en cuanto a celo”, todas esas son perlas, pero no de tanta calidad; y a todo eso le llama él “pérdida”; todo esto que parece tan bueno, también es confiar en la carne; todo esto era carne; pero él no se había dado cuenta antes de que era carne, hasta que encontró la buena perla; “perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”; o sea que era un buscador de perlas. “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida”, es decir, estas cosas me están quitando lo principal; no solamente es cero, es saldo rojo, es pérdida; es decir, mientras esté como Pablo gloriándome en ser judío, en ser hebreo, en ser de tal tribu, de tal cosa, no estoy disfrutando lo que es estar en Cristo, porque lo que estoy disfrutando es que soy de la mejor tribu, del mejor grupo, etc. Entonces aquí dice: “cuantas cosas eran para mi ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”; noten que ya aquí Pablo es un salvo, pero él no viene hablando de recibir a Cristo en el inicio, él viene hablando aquí de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, el crecer en conocerlo, como dice en Oseas: proseguiremos conociendo; entonces dice: “mi Señor”, no sólo mi Salvador, “por amor del cual lo he perdido todo”; aquí está, éste es el que vendió todo para quedarse con la perla, “lo he perdido todo”, pero no con tristeza, ay! como me costó esa perla, no, no, no, “y lo tengo por...”, aquí, hermanos, la traducción es muy suave: “basura”, pero el original dice “mierda”, que algunos suavizan como estiércol; perdónenme que se los diga así, pero lo tengo que decir como lo dice el griego; me lavo la boca, y límpiense ustedes los oídos por favor, pero tengo que decirlo exacto, lo tengo por eso; aquí el traductor fue muy pulido; “basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él”, porque una cosa es Cristo en mí, y otra cosa es yo en El.

 

Fíjense que dice así cuando van a entrar a la tierra prometida; el Señor les dice lo siguiente: Os he dado, ya es un hecho, es una provisión de Dios, os he dado todo lugar que pisare la planta de vuestros pies; ya Dios te lo dio, pero tú no lo tienes hasta que no pongas el pie; ya es tuyo, os he dado, así Dios nos dio a Cristo, esa buena tierra; entonces os he dado la tierra, pero ahora te toca a ti poner el pie en la tierra. Una cosa es lo que Dios te ha dado, es Cristo en ti; y ahora tú en Cristo es la otra parte, esa es la otra mitad; Cristo en mi es la salvación, yo en Cristo es el reino; lo que yo disfruto, usufructúo de Cristo, el provecho que yo tengo en Cristo. El Señor a todos les dio una mina, no es la parábola de los talentos, es la de la mina, todos tenían una mina; pero uno con su mina produjo diez minas, negoció; esa mina es un regalo, nadie merecía esa mina, pero ellos eran sus siervos, él les dio una mina y ya tenían la mina, pero qué les dijo? Negocien con la mina, lo que yo les di es para que ustedes lo trabajen, negocien con esa mina; y alguno con su mina produjo diez minas, y se le dijo: bien hecho siervo bueno y fiel, sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré, sé sobre diez ciudades; ese es el reino, sé sobre diez ciudades, ese es el reino. Cuando ya recibió la mina, es un siervo, es un salvo; pero entre ser un salvo y ser un gobernador hay una gran diferencia, ser el gobernador es el reino, se dan cuenta? Otro con la misma mina produjo cinco minas. Bien, buen siervo, sé sobre cinco ciudades, es decir, según lo que la persona hizo producir la mina, a todos se nos dio la misma mina; los talentos son diferentes de las minas, los talentos están en Mateo 25, las minas está en Lucas 2, entonces es diferente, en las minas no hay diferencia entre siervos, todos los siervos tienen una mina. En cuanto a los talentos, bueno, a uno le dio cinco talentos, y le pedirá cuenta por cinco talentos, no le va a pedir cuenta por diez ni por doce, sino por los que le dio. Al que le dio dos le pedirá cuenta por dos, a otro le dio uno le pedirá cuenta por uno; los talentos son cosas diferentes, pueden ser algunas capacidades, pueden ser emocionales, artísticas, administrativas, algunas oportunidades, algunas posesiones, Dios no le dio a todos igual y por tanto no le pedirá a todos cuenta por igual, sino según los talentos que a cada uno dio, pero las minas es diferente, la mina no se refiere a los talentos porque en la mina todos tienen la misma mina, la mina es igual, pero uno con esa mina produce diez, entonces ocupa una posición el reino en diez ciudades, una decápolis, el otro produce cinco, entonces ocupa una posición sobre una pentápolis o cinco ciudades, o sea que esa posición sobre ese número de ciudades se refiere al reino y no a la salvación porque esta parábola nos habla es del reino, no de la salvación. El reino de los cielos es semejante a esto, aquí el Señor no está hablando de la salvación, está hablando de no conformarse... ni siquiera a confiarse de los banqueros y luego: toma lo que es tuyo y le dice el Señor: Pero, por lo menos lo hubieras dado a los banqueros. Quítensela y dénsela al otro, el otro si produjo, me entienden hermanos? Entonces no es la salvación, este asunto de la perla, claro que la incluye; el reino empieza por la salvación pero va más allá. Entonces Pablo por eso viene hablando de ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe, a fin de conocerle, es decir, este conocerle es un conocimiento ya de avanzada, no sólo inicial y el poder de su resurrección, o sea, poner el pie en la tierra. Os he dado la tierra. Cuando dice de darla, ya lo dice en pasado, os he dado la tierra, pero dice: cada lugar donde pongas la planta de tus pies, es decir, efectivamente lo que Dios te da va a ser tuyo cuando tú pongas el pie ahí. Entonces una cosa es lo que el Señor te da, otra cosa es lo que tú recibes, usufructúas, aprovechas, utilizas lo que Dios te da; la provisión de Dios es grande, pero hay que usarla, lo que Dios nos dio es inmenso, pero vivimos como mendigos, no usamos todo lo que nos ha sido dado, entonces por eso ahí habla de ser hallado en El, conocerle el poder de su resurrección y la participación de sus padecimientos, esto es comprar, esto es pagar el precio. Hoy en día nadie quiere oír eso de ser partícipe de los padecimientos, no, hoy queremos ser partícipes de las riquezas, ni siquiera las espirituales, sino las materiales. Queremos casa, carro, beca, salud, dinero, amor, pero eso de participar de padecimientos, acaso no participó El por mí; sí claro padeció por mi para que yo me salve, pero ahora Pablo habla de nuestros padecimientos para la edificación del cuerpo, habla la Biblia también de padecimientos y por eso es que aquí habla de vender todo y comprar, o sea, pagar el precio del reino; no está hablando de la salvación, la salvación nunca se compra, la salvación no se puede comprar, quién puede comprar la salvación? La salvación es un regalo, Dios la dio, pero ahora que Dios nos salvó, tenemos que poner el pie en lo que nos dio, tenemos que aprovecharlo, tenemos que desarrollarlo, tenemos que negociar con la mina, tenemos que producir diez minas, o cinco, o dos, pero no devolver la misma que recibimos porque algunos vuelven como entraron, no aprovecharon nada, una larga vida sin provecho alguno, recibió la salvación y lo que devolvió fue lo mismo con lo que entró, con lo que comenzó en el negocio, no podemos seguir en lo mismo, tenemos que producir más, entonces aquí Pablo está hablando eso: La participación de sus padecimientos llegando a ser semejante a El en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos, noten como Pablo habla; se sabe que todos van a resucitar, inclusive hasta los condenados van a resucitar, pero cuando él dice: si en alguna manera llegase a la resurrección, él no está hablando de cualquier resurrección, él no está hablando de la resurrección de los impíos, él está hablando de la mejor resurrección, dice que en la resurrección una estrella será diferente de otra estrella en gloria, así como vemos en el cielo estrellas de diferente magnitud, todas son estrellas pero unas brillan más que las otras, entonces dice que así será en la resurrección, o sea que Cristo ya te dio todo lo que te tenía que dar, te dio la plenitud suya que está en el Hijo, te dio al Hijo, te dio la vida divina, te dio la victoria de Cristo, te dio el Espíritu Santo, pero ahora te toca a ti, me toca a mi, poner el pie en la tierra. Donde pusieres el pie eso será tuyo, te lo doy todo, pero donde pones el pie; tú tienes que quererlo, poner el pie, confesarlo, creerlo, usufructuarlo, utilizarlo, hacerlo carne en nuestra vida, verdad? Entonces eso es lo que quiere decir aquí: si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos, o sea, él iba a resucitar aún si no fuere salvo, va a resucitar para el trono blanco y después se va para el lago de fuego otra vez, aún los que van a resucitar otra vez, todos van a resucitar, pero este tipo de resurrección es la mejor resurrección, la primera, la tiene que ver con el reino, resucitar para ser una estrella de alta magnitud en el reino de Dios, eso es lo que el Señor quiere, esa es la perla de gran precio, es el reino y es más que la salvación.

 

     Por causa de algunos hermanos que quizá no se han fijado en la diferencia entre salvación y galardón, voy a volver a leer una vez más; me perdonan la redundancia los que ya conocen; 1ª a los Corintios capítulo 3, voy a leer desde el verso 9: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios”; fíjense que aquí habla de trabajar con Dios, de ser canal de Dios para trabajar con El y El contigo; y dice más: “vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento”; entonces hay algo que se llama el fundamento; “y otro edifica encima”; entonces hay algo que se llama la sobre-edificación encima del fundamento; “Pero cada uno mire como sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamentto que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. Entonces noten esto: cuando habla del fundamento, él dice: nadie puede poner otro, hay uno solo puesto, Jesucristo, ese es el único fundamento, sólo ahí uno puede estar salvo; pero cuando se habla de edificar sobre el fundamento, dice: cada uno mire como sobreedifica; qué diferente. Respecto del fundamento nadie puede poner otro; respecto a lo que cada uno edifique sobre ese fundamento, cada uno mire cómo; quiere decir que no sólo Dios espera que seamos salvos, que no nos vamos al infierno eternamente, y para eso estoy en el fundamento; ahora espera que sobreedifiquemos cada uno sobre ese fundamento; ese es el negocio de la vida, ese es el trabajo en función del reino; no sólo estamos aquí para ser salvos; ya somos salvos en espíritu, pero estamos aquí para cooperar con el reino.

 

Entonces dice más acá: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro”, digamos 10 minas, “plata”, digamos cinco, “piedras preciosas”, aquí está lo del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El oro se refiere a la naturaleza divina, la plata refiriéndose a la redención, y las piedras preciosas refiriéndose al trabajo del Espíritu Santo; pero también dice: “madera”, madera es lo meramente humano, “heno”, o sea, paja; es decir que a veces edificamos pura paja; no que es que no seamos salvos, pero podemos edificar con cosas solamente humanas, madera, heno, “y hojarasca”, la hojarasca es esas hojas que están secas, que no reciben la savia, que no están vivas, sino que están viejas, entonces se las lleva el viento. Se puede edificar una casa de paja, ¿verdad? Entonces dice: “la obra”, noten, ya no habla de la fe, porque, hermanos, si alguien no conoce al Señor, le vamos a hablar de la fe, pero si ya recibió al Señor, le vamos a hablar de la obra de la fe; “la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”. O sea que sí hay un lugar para las obras en el reino de Dios; no son la base de la salvación, nadie se salva por obras, tan claro está escrito: sois salvos por fe, no por obras, para que nadie se gloríe, pero a continuación dice: somos hechura Suya para buenas obras; El nos hizo, nos salvó por gracia, pero nos hizo trabajadores, colaboradores para buenas obras; y esas buenas obras van a ser galardonadas en el reino. La salvación está garantizada por la fe, pero el sentarse a Su derecha o a Su izquierda ya no es cuestión solo del Señor darlo; ahora toca ganarlo. Cuando se refiere a la salvación espiritual, no habla de paciencia; sin embargo, hay frases raras del Señor Jesús, que si vamos a ser solamente reformados, quizá no las entendamos. Cuando dice el Señor Jesús: con paciencia ganaréis vuestras almas, no dice por la fe; está hablando de ganar el alma; o sea que el alma sea transformada a la imagen de Cristo; eso es ganar el alma, no es solo que no se vaya al infierno, sino que sea configurada a Cristo; y eso es con paciencia; la salvación eterna es por fe, pero la transformación es con paciencia, piedras preciosas; entonces por eso dice: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó”, no está hablando del fundamento; el fundamento es Jesucristo y tiene que ver con la salvación eterna; pero aquí está hablando de la sobre-edificación encima. “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa”; la salvación no es una recompensa. Pablo lo explica en Romanos; dice que si es por gracia no es un salario, y si es un salario no es por gracia; pero aquí no está hablando de esto, pero es que la Biblia habla de las dos cosas; la Biblia habla de la primera parte, del evangelio de la gracia, y continúa con el evangelio del reino; es el mismo evangelio, pero son capítulos diferentes del mismo evangelio.

 

El evangelio de la gracia es que eres perdonado porque el Señor murió por ti; tú no tienes nada, no ayudas a nada, lo único que traes son tus pecados, los pones delante del Señor, El pagó por ti, murió, derramó Su sangre, te perdonó, te limpió, te dio el Espíritu, te dio la vida eterna, te dio al Hijo, te dio el Espíritu, eres salvo por gracia. Pero ahora que te dio, ahora tienes, y con lo que tienes puedes negociar, puedes trabajar; y eso que trabajes con lo que El te dio, además de la salvación, te lo va a galardonar, porque la salvación es un regalo, pero el galardón no es por la fe, el galardón es por las obras; la salvación en cambio es por la fe. He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sean sus obras; entonces de eso estamos hablando; por eso aparece la palabra vender todo y comprar; la salvación no se puede comprar, pero el reino sí hay que comprarlo, vendiéndolo todo, poniéndolo todo; amén.

 

     Dice el verso 15: “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida”; allí habla de un sufrimiento, oiga, es un salvo y es un siervo, y habla de sufrir una pérdida; no es pérdida de la salvación, pero si es pérdida de galardón; por eso San Juan decía: para que recibáis galardón completo; o sea que el galardón puede disminuirse y hasta desaparecerse; es mejor que el galardón, galardón, no habla de regalo, sino de galardón, sea completo; entonces por eso dice: “sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo,” ¿se dan cuenta de la diferencia entre ser salvo y galardonado? ¿Qué pierde? El galardón o parte de él; pero la salvación la perdió? No, porque eso es un regalo; nadie compró la salvación, el Señor no nos alquiló la salvación, no nos la hipotecó, no nos la prestó; nos la dio, porque si no nos la daba, nadie se salvaría, nadie nunca merecería la salvación; entonces El pagó todo y nos la dio, nos anunció el evangelio, y lo recibimos, y somos salvos por fe, no por obras; y ahora somos salvos para buenas obras, y esas buenas obras van a ser galardonadas, no con la salvación, sino con una posición en el reino, diez ciudades, cinco ciudades, cinco ciudades, dos ciudades; seguro que los que viven en esas ciudades son salvos, no están en el infierno, están en las ciudades del reino; pero una cosa es estar en esa ciudad, y otra cosa es gobernar diez ciudades, ¿se dan cuenta la diferencia? Gobernar diez ciudades es una cosa; estar en una de ellas, en un rinconcito por ahí de ellas, es ser salvo, no está en el infierno, está en el reino, pero no está reinando, ¿se da cuenta? Entonces esta parábola habla del reino; y aquí estos versículos de 1ª a los Corintios y otros nos muestran la diferencia entre salvación y galardón. Dice: sufrirá pérdida. Si permanece la obra, recibirá recompensa; si la obra se deshace sufrirá pérdida, pero esa pérdida no es de la salvación, porque dice: será salvo como por fuego. Aquí San Pablo explica muy claro que la salvación no fue la que se perdió, pero si el galardón.

 

Volviendo aquí, hermanos, a Mateo 13, dice: “También el reino de los cielos”, ven? aquí está hablando del reino de los cielos; a veces el Señor habla de la fe. El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y ha pasado de muerte a vida y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida; ahí está hablando de la salvación, habla de la fe; sobre todo si ustedes leen a Juan, ven cuantas veces Juan habla de la salvación y de sólo la salvación. Cuando él termina, dice: estas cosas os he escrito para que creáis y para que sepáis que tenéis vida eterna; pero la Biblia nos habla de la vida eterna que viene a nosotros como un don, y también habla de nosotros entrar en la vida, que es otro aspecto, poner el pie en la tierra, y nosotros desarrollar eso para que la vida se forme en nosotros, y sirvamos en comunión con el Señor; y cuando El venga y juzgue a sus siervos por sus obras, ahí no se va a definir la salvación; la salvación se definió cuando tú recibiste al Señor; lo que se va a definir en el tribunal de Cristo es tu lugar en el reino. Sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré, sé sobre diez ciudades, sé sobre cinco ciudades; habrán ciudades en el reino de Dios, pero no todos los millares que van a estar en el reino de Dios estarán sobre ciudades,¿ me entienden hermanos? Entonces aquí el Señor habla de eso: del reino, el reino de los cielos; el reino es toda una administración del gobierno de Dios.

 

Algunos cuando oyen del reino de los cielos, se imaginan irse para el cielo, porque escuchan la palabra cielo, no la palabra reino; pero si tú agarras todos los versículos que hablan del reino de los cielos, analizas todas las parábolas, todas, sin dejar ninguna, que hablan del reino de los cielos, vas a ver que todas se refieren a la vida de la Iglesia y a la venida del Señor en el Milenio; no está hablando solo del cielo; dice: el reino de los cielos es como un hombre que echa una red, eso es la vida de la iglesia, saca peces, ese es el juicio, y unos son peces buenos, los otros son malos y los malos van para el crujir de dientes, y los buenos van a las cestas, verdad? Entonces ¿está hablando de tocar arpas en las nubes? ¡no!, está hablando de lanzar la red en el mar; y vea todas las parábolas del reino y verá que se refiere al período de la iglesia, la venida del Señor y el Milenio; eso es el reino de los cielos. Ahora está iniciado el reino, el reino de los cielos; el reino de Dios es amor, gozo y paz en el Espíritu Santo; pero habrá una manifestación del reino. Cuando El venga, seremos semejantes a El, le veremos como El es, El se sentará a juzgar y separará los cabritos de las ovejas, de las naciones; y nosotros juzgaremos con El; y también al que venciere le dará autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro. Una cosa es estar en la ciudad regida por los vencedores, y otra cosa es ser un vencedor que rige. El reino de los cielos apunta a los vencedores que regirán, no sólo a los salvos, sino a los salvos vencedores y que son facultados para reinar sobre ciudades, sobre naciones, en el reino. Entonces el reino es otro aspecto. Será predicado este evangelio del reino, el reino, a todas las naciones, y entonces vendrá el fin. ¿Cómo puede venir el fin, si ni siquiera entendemos qué es el reino? si pensamos que el reino es irse para el cielo, solamente eso. No es sólo eso; es un gobierno con Cristo sobre naciones y ciudades, ¿amén?

 

     El reino de los cielos es semejante a un hombre al que le gusta lo que es valioso; no es alguien de esos que lo único que les gusta es la pachanga y cosas así baratas, no, sino que le gusta lo verdaderamente valioso; siempre buscó lo valioso, hasta que encontró el reino; esa es la perla de gran precio, porque dijo: “El reino de los cielos es semejante a un mercader” que hizo esto; la perla, esa perla, es más allá que la salvación.

 

     Detengámonos un poquito en la perla. ¿Ustedes saben cómo se forma una perla? La perla se forma en la ostra; la ostra es herida, es herida por una espinita, por una arenita, y esa herida hace que la perla empiece a segregar algo para ir cubriendo esa espinita. Cuando se quiebra una perla, adentro se encuentra la espinita, la arenita, que era la que causaba la herida, reaccionando ante la cual se produce la perla preciosa. Jesús habló de no tirar las perlas a los cerdos; a la perla le llama “lo santo”. Dice: no echéis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan contra vosotros; porque los cerdos no buscan perlas; ellos buscan trufas, una cosa para comer. Tú le echas una perla, y le parece que es una piedra, y se molesta contigo porque no se puede comer ese pedazo de cosa dura, y se enoja, no es para él; los perros representan a los gentiles, y los cerdos a los endemoniados; para ellos no son las perlas. Entonces las perlas se refieren a lo santo, al reino; esa es la perla; y el Señor le dio un lugar definitivo a las perlas. Cuando tú miras el final del plan de Dios en Apocalipsis, aparecen las perlas como las puertas de la Nueva Jerusalén; dice que son doce puertas: tres por el norte con los nombres de tres tribus de Israel, y los tres apóstoles allí juzgando; lo mismo en los otros lados; doce puertas y eran de perlas, y eran puertas abiertas; no eran puertas cerradas, porque dice que nunca se cerrarán las puertas, pero tiene puertas para que no entre nada inmundo, pero no se cerrarán, para los que han lavado sus ropas en la sangre del Cordero para entrar por las puertas en la ciudad; esas perlas son las puertas. Ahora, el Señor lógicamente que es la principal puerta, El es la puerta de la salvación; pero El se tiene que formar en la Iglesia. ¿Recuerdan cuando Jacob tuvo ese sueño en Bet-el y durmió, y se le reveló esa comunicación del cielo con la tierra, como el cielo quiere poner los pies en la tierra y quiere que la tierra tengan acceso al cielo? Y Jesús le dijo lo mismo a Natanael: De ahora en adelante verás el cielo abierto y ángeles que suben y descienden. Jesús es la piedra primera de la verdadera casa, Bet-el; es la Iglesia; Bet-el es la casa de Dios, que es el cuerpo de Cristo; pero ¿qué fue lo que llamó Jacob a Bet-el? Casa de Dios; y ¿qué más? puerta de la iglesia. Claro que el Señor es la puerta, Bet-el es la casa,  pero ahora El se forma en la Iglesia, y cuando se refiere a las puertas como perlas, se refiere a la muerte a sí mismo en Cristo, y a la vida de resurrección en Cristo; eso es lo que ayuda a entrar a las personas. Si morimos a nosotros mismos con Cristo, y vivimos en Cristo, en el Espíritu de la resurrección de Cristo, nos vamos volviendo como perlas, ¿se dan cuenta? Una perla se refiere a la formación de Cristo, a la operación de la cruz, aquella arenilla, aquella espinita, hiriendo lo más íntimo de tu ser, para conducirte a la muerte del ego, para que ya no trates de responder con nada tuyo propio, sino volverte al Señor, y lo que el Señor te dé; lo que el Señor te da es lo que produce la perla; la perla es la vida de resurrección que viene después de la herida de la cruz; después de la herida de la cruz ahí es que se forma.

 

Entonces, hermanos, eso habla de padecimientos, ven? por eso habla de vender todo, por eso habla de comprar, o sea, pagar un precio; pagar un precio es despojarse, entregarle a otro lo que retenías; eso es pagar un precio. Entonces para el reino hay que pagar un precio; para la salvación pagó el precio el Señor; El ya pagó el precio para que tú te salves; pero ahora El pregunta: ¿quién de los salvos quiere reinar cerca de mi conmigo? Eso es otra cosa. ¿Quién de los salvos quiere cooperar con el Señor de cerca? eso es otra cosa; a eso es a lo que El nos llama. Entonces por eso dice: “habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía”, todo lo que tenía, o sea, no retuvo nada; porque dice Pablo que lo que tenía por ganancia, lo consideró pérdida; es decir, que estaba causando pérdida, estaba ocupando un lugar que debía estar ocupando Cristo. Entonces él se despojó de todo lo que antes valoraba, aquello que para él era importante, mas ahora lo consideró como lo dije antes, y ya no voy a repetir más; así lo consideró; y ahora se queda solamente con el Señor formándose en él, trabajando él con el Señor, poniendo el pie en la tierra, sirviendo para reinar, en la vida de resurrección; compró, ahora sí pagó el precio, ahora sí lo pagó.

 

     Entonces, hermanos, yo pienso que todos hemos entendido. Aquí, si hubiera personas perdidas, les predicaríamos la salvación, les diríamos que son pecadores que se van para el infierno, pero que Dios los amó de tal manera que envió a Su Hijo, lo dio para que todo el que cree en El no se pierda, sino que tenga vida eterna; y les dio al Hijo, les dio la vida y les dio el Espíritu; y la dádiva de Dios es vida. Pero ese es el inicio. Ahora que la persona recibió al Señor, ahora es un hijo, es un siervo; no hay hijo que no sea siervo; todo hijo debe servir; y ese servicio va a ser galardonado en el reino, con una gloria de mayor magnitud. Por eso hablaba de una mejor resurrección, de mayor peso de gloria. Dice que algunos no aceptaron rescate para obtener una mejor resurrección; o sea que en la resurrección no todos brillarán igual, sino que como una estrella difiere de otra en gloria, así será en la resurrección de los muertos.

 

     Hermanos, ya somos salvos, ahora estamos aquí entre hermanos, aquí ya somos la iglesia, aquí tenemos que hablar de esto hoy, ¡amén! Hablaremos del reino y hablaremos de la salvación, de la gracia, de las dos cosas: el evangelio de la gracia que también es el evangelio del reino. Entonces el evangelio del reino habla de vender todo,  deshacerse de todo para pagar un precio, ¿amén hermanos?

 

     Entonces, ¿nos habrá hablado el Señor? Dios quiera que nos haya hablado. Vamos a dar gracias al Señor.

 

     Padre eterno, en el nombre del Señor Jesús, te agradecemos que nos concediste una nueva oportunidad de meditar en estas cosas constantemente; Tú nos desafías para bien, Tú nos quieres atraer, Tú nos reclutas no sólo para la salvación, sino para el reino, en el nombre de Jesús.

 

     Hermanos, permítanme ya a manera de apéndice, y no estoy poniendo a nivel canónico esto, pero se descubrió en Nag Hamadí en 1945 esa biblioteca en la que apareció el rollo del evangelio de Tomás, una colección de 114 dichos de Jesús; entre esos 114, Tomás habló también esto de la perla; y él lo dice así en el logión 76 de esos 114; el número 76 de Tomás dice así: “Jesús dijo: el reino del Padre se parece a un comerciante que tenía una mercancía y encontró una perla; ese comerciante entendido vendió la mercancía y compró la perla sola. También vosotros buscad tesoro que no pasa, que permanece donde no penetra ninguna polilla para roer y en donde el gusano no hace estragos”. Así que aquí está como recordando esas palabras de un lado y de otro y las está juntando este logión 76 del llamado evangelio de Tomás. De todas maneras lo recordó y es una confirmación externa, histórica, al Evangelio.  q

 

Gracias, hermanos; La paz del Señor sea con todos.

 

Gino Iafrancesco V., 7 de enero de 2005, Teusaquillo, Bogotá D.C., Colombia.

Transcripción de la hermana Marlene Alzamora, revisada por el autor.